Dos polémicas y un homenaje
Tres conferencias de Peter Sloterdijk
por Fernando La ValleLa teoría cinematográfica, la actividad crítica, incluso el pensamiento a secas, diríamos, tienen que ver siempre con –y la hacen a menudo entrar explícitamente en escena– la figura de la periodi Otrocampo el interés de presentar el esbozo de una reflexión y ubicación de los medios masivos en una historia de la civilización.
La tercera conferencia que presentamos tuvo lugar en ocasión del centenario de la muerte de Friedrich Nietzsche, y constituye un homenaje y consecuente relectura de un autor central en el pensamiento de Sloterdijk, y al que ya éste dedicara un libro en 1986: Der Denker auf der Bühne. Nietzsches Materialismus [2], lugar de una relectura de El nacimiento de la tragedia como obra fundamental de la modernidad –una lectura a contrapelo de toda su obra, que privilegia este primer libro por encima de sus textos tardíos y de la “voluntad de poder”: aquí se plantea que el pensamiento nietzscheano no predica ninguna contrailustración, sino más bien un desafío a las formas dominantes de pseudoilustración fundadas en el idealismo, el moralismo y el resentimiento. Tanto en aquel libro, como en esta conferencia a más de diez años de distancia, se introducen entre líneas consideraciones que apuntan a un aparente cambio en el estatuto del autor en Occidente, relacionado en última instancia con el papel clave del pensamiento, la escritura, y los experimentos consigo mismo del filósofo intempestivo.
A propósito de Nietzsche, en El crepúsculo de los ídolos leemos: “¿Puede un asno ser trágico? – ¿Sucumbir bajo un peso que no puede ni llevar ni arrojar?... El caso del filósofo.” Nietzsche sabía sin duda que el asno era uno de los animales del culto de Dionisos, y como tal, o quizás también porque parece afirmar en alemán cuando rebuzna, lo había colocado asimismo entre la fauna transfigurada que puebla como emblemas el final de Zaratustra. Cabe señalar que en los textos que siguen sobrevuela este aforismo, parecería incluso ser aludido directamente en ocasiones, y con él la idea de que bajo las enormes perspectivas y sombras que alumbra hoy la técnica, la puesta en evidencia de aquella tragicidad animal a que aludía Nietzsche no sería, no tendería a ser ya con el tiempo privativa del filósofo.* * *

Tal como lo aclara su título, las “Reglas para el Parque Humano” abordan el problema del Humanismo bajo la forma de una respuesta al conocido texto de Heidegger de 1946. La tesis de base es que la supuesta componente bestial de la naturaleza humana quiso ser neutralizada por el humanismo clásico con una domesticación a través de la letra y su trasmisión institucional bajo la forma de cartas pacificadoras que apuntaban a instaurar lo que Sloterdijk define como una sociedad pacificada de lecto-amigos. Los Estados nacionales del siglo XIX habrían sido fruto y cristalización final de este proyecto domesticador de impronta metafísica: la época de estos “Nacional-humanismos” se extiende para este autor entre 1789 y 1945.
Precisamente al filo del ocaso de esta época Hepor humanismo clásico. El papel de Heidegger en esta historia sería evidentemente el de desvirtuar las pretenciones humanistas de salvaguarda de la barbarie por medio de una tradición de lectura que considera al hombre como un mero animal a domesticar a la vez que lo constituye paradójicamente como Hombre soberano en el contexto de un rearme de la subjetividad y de una toma del poder sobre los entes, aspectos a los que Sloterdijk, como vimos, ya se refiriera de modo central en “El hombre operable”. A diferencia de este humanismo militante que hace violencia al mundo y al hombre, y precisamente en el momento de su supuesto hundimiento, Heidegger concibe al ser humano como un ámbito de interpelación del Ser mismo. El Ser se convertiría ahora en “autor de toda carta esencial”, y el filósofo en algo así como su dedicado escribiente, posiciones ante las que es posible detectar aquí una cierta distancia irónica, emparentada sin duda con la posición que Sloterdijk adopta en “El hombre operable” respecto del Heidegger de posguerra, según la cual “su refugio en la poética del Ser es, incluso considerándolo con simpatía, una solución provisoria en el mejor de los casos”.
Surge de tal modo la pregunta de cómo será posible una sociedad de contemplativos auscultadores del Ser, pero la ausencia de respuesta deja de todos modos en pie la pregunta paralela por la vigencia del humanismo clásico, cuyo hundimiento definitivo sería en todo caso mérito de Heidegger haber diagnosticado en un momento clave. La salida de este oscuro callejón epocal parece estar para Sloterdijk en una reflexión profundizada sobre el claro, que, a diferencia de Heidegger, no es considerado aquí como una relación ontológica originaria imposible de ser indagada históricamente. El proyecto es ahora “una historia social de la tangibilidad del hombre por parte d
e la pregunta por el Ser”, que no rechace simplemente a la antropología y la técnica, sino que las tome como datos para una ulterior interrogación.
Sloterdijk liga al claro con lo que él llama la revolución antropogénica, punto inicial de la aventura de la hominización, un proceso ligado esencialmente con la tecnología y en el que naturaleza e historia se articulan inicialmente de un modo extraño, o más bien, en el que una falla o falta en la primera es ocasión de la caída de un elemento marginal, que se convierte así en el soporte de un mundo: de tal modo la filosofía de Heidegger es insertada en la historia por un recurso a la biología (el discurso evolucionista) y la técnica. Con esta inserción, pretende Sloterdijk desvincularse de la componente teórica del pensamiento de Heidegger y tornarse hacia el ámbito de la praxis, una actividad formadora en última instancia, como veremos, volcada mayormente sobre uno mismo, a la que da el nombre genérico y plural de antropotécnicas.
Como primer exponente del claro y de la vida sedentaria, se encuentra la casa, una especie de seno acogedor que suple y corresponde a aquella falta prematura que presagió por vez primera lo humano: con la casa, el hombre se domesticó a sí mismo luego de la caída, la casa es ocasión a su vez de los primeros impulsos teóricos asociados con la mirada a través de la ventana, agujero que sería a su vez como un claro de la pared. Resuenan en este contexto, y a veces son retomadas explícitamente por Sloterdijk las metáforas pastorales de Heidegger, y su imagen del lenguaje como la casa del Ser. Sólo que una mirada exterior a la casa podría ver en ella un artefacto no ya para la domesticación del hombre, sino para su crianza, la producción de hombres pequeños, tal como pone Nietzsche en boca de su vagabundo, Zaratustra, una mirada exterior que anuncia además el inicio de luchas inevitables entre métodos alternativos para la crianza de los hombres.
En la medida en que la historia técnica da a luz un poder acrecentado, se vuelve forzosa la elección de utilizarlo o no: “Es la marca característica de la era técnica y antropotécni
ca que cada vez más pasen al lado activo o subjetivo de la selección (...) ocurrirá con seguridad en el futuro que el juego se encarará activamente y se formulará un código de las antropotécnicas.”
Desde un inicio, con la práctica de la lectura (Lesen) y hasta la llegada de la alfabetización universal, se verificó en las poblaciones humanas una división entre aquellos que sabían leer y aquellos que no. En dicha práctica basó el humanismo su proyecto domesticador, pero pasó por alto algo así como una lectura detrás de la lectura, la (re)lectura exhaustiva y selectiva (Auslesen), a la que Sloterdijk caracteriza como el poder detrás del poder. Se introduce aquí la idea de poder de selección,
acrecentado entonces y vuelto explícito por los modernos avances científicos, y quizás también

inesperados.

 

Notas
1. A menos de dos meses de pronunciada la conferencia de Elmau, el diario Die Zeit publicó un comentario de Thomas Assheuer, titulado “Das Zarathustra-Projekt. Der Philosoph Peter Sloterdijk fordert eine gentechnische Revision der Menschheit” [“El Proyecto Zaratustra. El filósofo Peter Sloterdijk propugna una revisión de la humanidad fundada en la tecnología genética”, texto publicado el 2 de septiembre de 1999], donde se acusa al autor de la Crítica de la razón cínica de sostener un proyecto elitista y
filofascista. La nota dio lugar a una serie de réplicas y contrarréplicas que se constituyen, según Jean-Cristophe Merle, en un primer ejemplo en el ámbito intelectual alemán –centrado tradicionalmente en torno a los medios académicos– de una polémica a la francesa, es decir, con cartas abiertas en los diarios y debate público. Poco después se agregaba una misiva de apoyo dirigida a Assheuer por parte de Habermas, y que fue tomada por Sloterdijk como la evidencia de que aquél había sido el inspirador velado del texto de Assheuer, a través del que intentaría poner en su contra a los medios académicos. El debate entró al parecer entonces en una dinámica de argumentos ad hominem, con un horizonte en el que parecía asomar extrañamente la sombra de cierta ficción apocalíptica de Aldous Huxley. Para una breve introducción a la polémica en tanto acontecimiento público, remitimos a Merle (“Sloterdijk, une querelle à la française”, Libération, 22 novembre 1999), y a la entrevista que Jean-Gabriel Fedet realizó por aquella época a Sloterdijk (“Peter Sloterdijk et les fantômes de l’eugénisme”, Le Nouvel Observateur, 7 octobre 1999). Todos estos textos (Assheuer, Merle, Fedet), y muchos otros asociados con la polémica se encuentran en la red, aunque lamentablemente hay muy poco disponible en castellano sobre el tema.
2. Hay versión castellana: El pensador en escena. El materialismo de Nietzsche, Pretextos, Valencia, 2000, trad. de Germán Cano.

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* El hombre más independiente de Europa
Conferencia dictada por Peter Sloterdijk en Weimar, en ocasión del centenario de la muerte de Nietzsche.
* Reglas para el Parque Humano
Una respuesta a la “Carta sobre el Humanismo” (El discurso de Elmau) por Peter Sloterdijk
* De terror y de genes
Un alegato por la deshisterización de dos campañas de autoexcitación, por Peter Sloterdijk
* El hombre operable. Notas sobre el estado ético de la tecnología génica, por Peter Sloterdijk

  no totalmente cotidianos todavía para todo el mundo, tributarios en todo caso de esa cotidianeidad segunda que representan los periódicos, la información, y a la larga los textos de historia. Los abordan a través de una grilla de periodizaciones implícitas como otras tantas lecturas entre líneas, a contrapelo, de lo que se escucha, se lee, o se puede a veces atisbar de repente en una atónita pantalla de televisión.
Dos de estos textos son abiertamente polémicos, apuntan a un contexto que imaginamos pero que no reconocemos del todo, el de los debates que tienen lugar en Europa y en general en el mundo desarrollado sobre la investigación y los usos de la biotecnología, sus consecuencias políticas en sentido amplio, algo que ya había sido enfocado de modo aun más directo en “El hombre operable” (Otrocampo, n° 3): las “Reglas para el Parque Humano”, dadas a conocer en junio de 1997 en Basilea, y vueltas a exponer dos años más tarde en el Congreso de Elmau sobre Heidegger y Levinas, donde produjeron su mayor impacto mediático, tuvieron en este sentido mayor difusión y levantaron mayores polémicas [1] que aquel otro texto ya publicado por nosotros. Además de este problema de las nuevas técnicas y sus presumibles efectos sobre la socied
ad futura, Sloterdijk hace referencia también al problema del terrorismo en un segundo texto, “De terror y de genes”, redactado poco después del atentado del 11 de septiembre del año pasado a las Torres Gemelas de Nueva York. Estos dos textos, además de la importancia de los temas que tratan, de las respuestas que ante ellos esbozan, y del carácter revelador de las polémicas a que dan lugar, tienen para Otrocampo el interés de presentar el esbozo de una reflexión y ubicación de los medios masivos en una historia de la civilización.
La tercera conferencia que presentamos tuvo lugar en ocasión del centenario de la muerte de Friedrich Nietzsche, y constegger daba cuenta en su “Carta sobre el Humanismo” del hundimiento de dicho ideal de domesticación, descartando la irreflexiva antropología en él implícita y postulando la necesidad de pensar la esencia del hombre, su co-pertenencia con el Ser y su morar en el lenguaje, algo que aquella antropología no puede hacer cuando define a dicho ente lisa y llanamente en los términos a pesar de todo reveladores de 'animal rationale', que traducen la idea de una animalidad genérica dotada de una adicional diferencia específica.
Como vimos, la carta heideggeriana es contemporánea del período en que termina para Sloterdijk, catastróficamente, la era de la domesticación ilustrada (es un dato importante y sin duda polémico el que el fascismo constituya paradójicamente desde esta perspectiva un retoño de la Ilustración, constituyendo así uno de los rostros que adopta el humanismo y sus discursos a la vez humanitarios y malintencionados en el siglo XX; los otros serían el ‘americanismo’ y el ‘bolchevismo’). Como producto y negación de aquella catástrofe, los años que siguen a 1945 alumbrarían respectivamente el establecimiento definitivo de una industria del entretenimiento desinhibidor y una reacción humanista basada en tres pilares (cristianismo-existencialismo-marxismo), que da lugar a una restauración de corto plazo y supuestamente sin esperanza del ideal letrado-ilustrado.
La conferencia realiza un recorrido de ida y vuelta por la tradición occidental, en el que se suceden cuatro nombres principales: Cicerón-Heidegger-Nietzsche-Platón. No es casual la remisión inicial a Cicerón, en gran medida autor o al menos el más célebre contemporáneo de la 'reacuñación' latina de conceptos fundamentales griegos, y de la configuración definitiva de lo que se entiende